La vida y la muerte, el lujo y la pobreza, en un mismo barco (2024)

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El Titanic tenía compartimentos enteros para pobres en medio del más exquisito y caro lujo de 1912. A las 5:15 de la madrugada de ayer (con amarre definitivo sobre las 5.30) arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife el crucero Insigne, cuyos viajes para este verano por persona y para varias semanas oscilan entre los 5.000 y los 8.500 euros (si bien el de esta travesía duraba 6 meses –queda uno-, partiendo de Miami). No obstante, esto se torna en absolutamente insignificante ante el gesto solidario de este buque de Oceania Cruises desde la madrugada del jueves, mientras hacía la travesía de Gambia y Cabo Verde a Tenerife. Un barco de tamaño “medio”, para un total de 684 pasajeros, 400 tripulantes y bandera de Islas Marshall (Gran Bretaña) que ha pasado ya a la historia de los rescates en alta mar al ayudar en el traslado a tierra de 64 migrantes salvados en la trágica ruta canaria, a los que subieron al buque con una simple cuerda.

Sesenta y cuatro personas que, sin embargo, fueron testigos de la muerte de otras seis ocupantes del cayuco, si bien se desconoce el número total de los que partieron de un país que, a las 8.30 horas de hoy, seguía sin desvelarse, aunque, finalmente, unos pasajeros mexicanos del crucero indicaron a los medios que salieron de Senegal. Horas más tarde, desde el mediodía, comenzó a trascender que habían muerto, como mínimo y por hambre y sed, 30 personas en una travesía de 17 días.

Sí se conocían antes sus variadas procedencias: de Mali, Mauritania, Senegal, Burkina Faso y Gambia. En el momento del rescate, 70 personas que, de no haber sido encontradas en alta mar, se exponían a una muerte segura en la inmensidad del Atlántico al perder la anhelada y muchas veces mortífera ruta canaria. Una ruta que cuenta ya por miles los fallecidos en el fondo oceánico en un fenómeno que, pese a todo, seguirá intensificándose porque huyen del hambre, la guerra, las persecuciones y la miseria en África.

De los 64 rescatados con vida y atendidos desde las 5:30 en tierra, la inmensa mayoría eran jóvenes varones de edades a determinar, aunque también había 3 mujeres –dos de ellas trasladadas a hospitales, una embarazada a la que se quiso evaluar- y tres niños en buen estado de otras familias.

Aunque la tragedia de la ruta atlántica se agudiza con este nuevo cayuco con fallecidos, al menos no corrieron la suerte de otras embarcaciones que se han perdido en el océano definitivamente o han aparecido en El Caribe (como lo ocurrido en 2006, descarnada tragedia que tan bien describe Juan Manuel Pardellas en En este gran mar sobre los 11 cuerpos hallados de las 48 personas que partieron de la Isla de Sal, en Cabo Verde, en la Navidad de 2005, o las encontradas en Brasil a mediados del pasado abril, con una veintena de cadáveres momificados).

La vida y la muerte, el lujo y la pobreza, en un mismo barco (1)

LLEGADA Adelantada

Se había anunciado la llegada del Insignia a las 7.00 horas (sin el rescate, habría arribado a las 8.00), pero, sobre la medianoche, se difundió que el buque alcanzaría la zona de cruceros del puerto santacrucero a las 4.45. Finalmente, atracó sobre las 5:15 (concluyendo la maniobra a las 5:30), cuando poco antes aún resonaba en la cercana avenida de Anaga la música de la discoteca Bongó y varios grupos de jóvenes apuraban la madrugada con botellones (se llegó a oír, incluso, un “cumpleaños feliz”) en bancos con excelentes vistas al puerto, hacia donde arriban y parten los ferris de Fred Olsen y Armas y, al fondo, descansan desde hace años enormes cruceros.

El recibimiento por parte de Cruz Roja, fuerzas del orden y policía portuaria estaba preparado mucho antes. Una veintena de voluntarios de la ONG desplegó seis carpas, cinco ambulancias y otros vehículos, a los que se sumaron nuevos en las siguientes horas. Los medios, principalmente los fotógrafos de agencias, esperaban junto a la escalera del dique, justo en frente del dispositivo. El Insignia era fácilmente visible desde las 5.00 desde esa zona, aunque se movía de forma muy lenta. En él viajaban no solo los 64 supervivientes, sino los 3 cadáveres que sí se pudo rescatar y otro que falleció en el crucero. Otros dos siguen en el cayuco. En definitiva, seis personas (que al poco ya eran 30 por la investigación policial) esperanzadas con una mejor vida en Europa, tragedia que habría sido aún más honda si no son halladas por el buque mercante Philipp Oldendorff, que lo avistó a 440 millas (815 kilómetros) al sur de El Hierro.

El Philipp hizo las primeras labores de salvamento, pero, al ser muy elevado, no podía realizar el rescate, se pidió ayuda y, por fortuna, al poco se vio respaldado por el Insignia, que se desvió hacia el lugar del hallazgo, si bien no se pudo rescatar esos dos cadáveres que se perdieron con el cayuco por las malas condiciones meteorológicas. Además, Salvamento Marítimo trasladó a la guardamar Urania por si el crucero necesitaba apoyo para, luego, intentar detectar la barquilla, a la que el Insignia colocó un reflector para hallarla.

Tras el amarre, y sobre las 5:42, equipos de Cruz Roja se desplazaron al crucero (la distancia con los periodistas era de unos 130 metros) con camillas y sillas de ruedas para atender a los migrantes, a los que se sumó una sexta ambulancia que llegó justo en ese momento al puerto. El ferri de Armas partió justo al lado a las 5.50 y, 7 minutos después, el Fred Olsen Express, ambos rumbo a Gran Canaria. Dos minutos después, el primer migrante descendido desde el crucero y trasladado en sillas de ruedas hasta el campamento de Cruz Roja fue atendido en estas instalaciones. A cuentagotas, otros fueron evacuados en ambulancias (que iban y venían, ya sin necesidad de sillas de rueda) o llegaban al campamento por su propio pie.

La vida y la muerte, el lujo y la pobreza, en un mismo barco (2)

Deshidratados y débiles

A las 6:21, llegó la Policía Forense y, media hora después, los coches de la funeraria Servisa, aunque los cuerpos (4, uno de ellos fallecido en el crucero) no se trasladaron hasta bien entrada la mañana. Hasta entonces, el resto de rescatados ya estaban en las carpas de Cruz Roja, la mayoría deshidratados y débiles, aunque se fueron recuperando, según comentó la médica jefa del SUC. En total, tres fueron trasladados al hospital La Candelaria y dos, al HUC.

Por supuesto, en la madrugada y mañana la gran paradoja seguía: solidaridad, despliegue digno de un país avanzado, personas que buscaban una vida mejor, algunas que la perdieron en el intento y pasajeros durmiendo, despertando o yéndose finalmente de excursión en guagua o en jeeps safari tras compartir horas con la pobreza y necesidad en un crucero de lujo, aunque mucho más pequeño que el Ventura, que hacía su entrada en el puerto en torno a las 7.00. A los migrantes, poco después y en claro contraste, los llevarían al campamento de Hoya Fría.

Por su gesto, el Insignia recibió ayer una metopa por parte del capitán marítimo de Tenerife y la jefa del centro de salvamento marítimo de la Isla. Sin duda, lo merece de sobra, aunque, en ese mismo barco, en este mismo puerto, en un mismo océano y planeta, la muerte y la vida volvieron a mezclarse crudamente, la riqueza y la pobreza tan cerca; la esperanza, el lujo y la miseria tan sentidas, tan intensas, tan injustas… Tan paradójicas.

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“Vives en una burbuja de felicidad cinco meses y te topas con esto”

La mayoría de pasajeros del crucero se fueron en guagua o jeeps, pero algunos optaron por pasear por Santa Cruz. Fue el caso de la pareja mexicana formada por Jorge Cotic y Gila Padilla, de unos 60 años (foto). Aparte de indicar que el cayuco partió de Senegal, subrayaron a los medios el trato recibido por los migrantes en el barco por parte de la tripulación y la actitud de la naviera, que consideran muy adecuada. Según explicaron, les pidieron que aportaran ropa para sustituir –se tiró toda- la que traían los africanos, a los que se atendió en el auditorio. La tripulación (unas 350 personas) les pidió que no intervinieran y así lo hicieron, si bien ambos no pueden esconder el shock que a ellos “y a los 350 pasajeros” les ha supuesto estar “cinco meses en una burbuja de felicidad en un crucero que partió de Miami hacia Nueva York y que ha recorrido la costa occidental de África, donde ves la miseria y basura que hay. Vives esto y, de repente, te topas con esto, te encuentras con la migración de África, con muertos y, claro, enseguida buscas información y te das cuenta de lo que pasa”, relató Gila. Además, indicó que el rescate desde el crucero de los ocupantes del cayuco se hizo con una cuerda, aunque no supo describir bien cómo se produjo tal hazaña.

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